Este lugar lleno de leyendas, me llevaba llamando desde que
conocí su existencia por internet cuando tenía 16 años… No fue hasta unos nueve
años después, cuando decidimos pasarnos mis amigos y yo, gracias al coche de
uno de ellos.
Era un día nublado y estábamos en las vísperas de navidad,
casi a mediados de diciembre. Acabábamos de visitar Carmona, una ciudad
preciosa y pintoresca de Sevilla que, con las luces de navidad y el frescor del
invierno, gana mucho. Hablamos de pasarnos por el monasterio, así que cogimos
el camino hacia las afueras de Carmona, en dirección a El Viso del Alcor.
Allí, en mitad de ese enorme campo raso lleno de hierba alta,
se levantaba aquel convento sobrio, oscuro y ruinoso. Sus muros color ladrillo
destacaban en mitad del cielo blanco y nuboso, lo que oscurecía aún más los
huecos de su interior.
Un marcado camino se abría paso entre
hierbas y basura. La verdad era que, en esos momentos, lo visitamos pensando
que su leyenda era cierta… Lo que nos ponía ciertamente nerviosos.
Lo primero que recuerdo era el silencio. Cuando entramos, no
lo hicimos por su parte derecha, que era un larguísimo pasillo de arcos y ventanales
que daban al exterior. Lo hicimos por el patio abierto de su izquierda. Allí,
el convento parecía un esqueleto de elefante formado por numerosos arcos
levantados en ladrillo virgen. Nunca había visto un abandono tan bonito en su
arquitectura. Al menos, por aquel entonces.
Recuerdo andar por su largo pasillo, mirando las bóvedas que aún conservaban algunos dibujos de angelitos y florituras. Aquello era mágico... Sentía que esta construcción me arropaba con un toque hogareño y misterioso. A veces, me cruzaba con algunos libros gruesos y llenos de polvo esparcidos por el suelo. Al llegar al final, un montón de escombros y basura frenó mis pasos, justo frente a una escalera que subía pegada a la pared.
Investigando por los esqueletos de piedra y ladrillo del exterior, al fin di con el famoso sótano de los ganchos. Bajé prácticamente por un agujero en el suelo, en mitad de la maleza. Y lo que vi, tampoco me impresionó mucho. Un lugar fresco, estrecho y bajo, de paredes negras (quemadas) y lleno de basura por todas partes. Los ganchos estaban allí y, aquello sí me impresionó. Lo cierto es que no me lo creía mucho hasta que lo vi.
Y es que, su historia tiene mucho de leyenda… y su leyenda mucho de
fantasía… Pero a pesar de todo aquello, como siempre, resulta que “algo” tiene.
Estamos ante el llamado Monasterio maldito de Carmona o
Monasterio del Diablo. Su nombre real es La Huerta San José. Puede que ya sepas
parte de su historia. Yo te la contaré completa, incluyendo el por qué se sabe
que su leyenda no es cierta. Hay muchos investigadores que han caminado por sus
entrañas y se han pasado horas en los archivos municipales para comprobarlo.
Ven a conocer conmigo este magnífico lugar.
La verdadera historia de la Huerta San José
Muchos son los que han creído y todavía creen, que este fue
el famoso convento, no monasterio, en el que, en 1680, un fraile encontró a
todos sus compañeros colgados por el cuello en los ganchos que se usaban para
colgar las piezas de caza y conservarlas en el sótano. Todo aquello, para
añadir más inri al asunto, orquestado por el mismísimo demonio.
Sin embargo, lo que muchos desconocen es que, este edificio
en ruinas, ni siquiera llegó a ser un convento de forma oficial. Este
lugar, conocido como Huerta de los Frailes, fue en realidad un noviciado de los
Carmelitas Descalzos levantado en el siglo XX. Del lugar del que hablaban las
leyendas, fue un antiguo convento desaparecido del siglo XVII que llevaba el
mismo nombre, situado en el centro de Carmona.
La Huerta de San José, se construyó en la década de 1940.
Fue creada como convento y colegio por los frailes Carmelitas de San José en esta
zona, entonces conocida como la Huerta de los Frailes, a las afueras de Carmona
en dirección a El Viso del Alcor.
Su finalidad era servir como noviciado, un espacio para formar a jóvenes
aspirantes a la vida religiosa.
Durante los años de funcionamiento, se celebraban misas
diarias, procesiones de la Virgen del Carmen y comuniones de niños de las
huertas cercanas. El lugar albergaba frailes y estudiantes, con jornadas
dedicadas a rezos, estudio, labores agrícolas y vida comunitaria.
Lo que sí que sucedió aquí, puede que sea mucho menos
llamativo y no atraiga tanto la atención de los grupos de investigación
paranormal, pero, según testimonios, uno de los frailes enviado a dirigir el convento
no deseaba ese destino y, al ascender en la jerarquía de la orden, ordenó su
cierre. Vendió el terreno en 1957 y éste quedó abandonado hasta el día de hoy.
Por lo visto, abandonaron el lugar prácticamente de un día
para otro, dejándolo todo: mobiliario, ropa e incluso alimentos en buen estado
en la despensa. Este abandono repentino, fomentó el nacimiento de las leyendas.
A lo que se le debe añadir que, durante su funcionamiento,
al parecer uno de los frailes, que sufría problemas mentales, se suicidó.
Esta es la verdadera historia de este edificio. Las leyendas
que lo hicieron famoso, pertenecen a otro lugar… Un lugar que desapareció por
completo durante la guerra civil.
El verdadero convento de las leyendas
En Carmona existió otro convento carmelita, fundado en el
siglo XVII y posteriormente desaparecido en la guerra civil, conocido como Convento
de San José. Este antiguo convento es al que originalmente corresponde una
leyenda recogida en un documento cuya autenticidad ha sido cuestionada, y con
razón. Antiguamente, el convento se encontraba en la actual plaza de Julián
Besteiro, que es la sede actual de los juzgados, que en un futuro se usará para
la Universidad Pablo de Olavide.
Curiosamente, este edificio, como podéis ver está junto a la
calle San José.
¿Tenéis curiosidad?, pues venid a conocer la historia.
El cuestionable documento que relata la leyenda
El investigador Ángel Rivero, dio con un documento que un
historiador local, Fernando Villa Nogales, tenía en su posesión. Este estaba
traducido al castellano moderno, de un documento del siglo XVIII. Que resulta
que también estaba copiado del documento original del siglo XVII. Documento que
aseguraba, que se encontraba en los archivos históricos.
Algunos investigadores encontraron la mención al documento en
el archivo histórico municipal: (Bloque 10, 20, IN Suparan, 203, 210 – extenso,
legajo 120, cámara 8), con el relato de un novicio llamado Jaime Malvidas.
En el documento podemos encontrar esta declaración:
De una parte, José Díaz de Alarcón, Escribano y por
otra, Juan Rodrigo Perea, fraile Dominico, en unión con alguaciles y demás
fuerzas públicas y religiosas nos narra así los hechos:
“Yo, señores, me hice fraile Dominico en el convento
de S. José, donde entré al noviciado hace ya tres años poco más.
En la mañana del 20 de noviembre de este año de
nuestro señor (1680), entró por parte de Cantillana, un aspirante al noviciado
que dio llamarse según recuerdo D. Jaime Malvidas y que fue aceptado con plena
satisfacción por parte del prior y demás.
Ese hombre era alto, de cejas muy pobladas, de nariz
aguileña, y su cara era tan fina como la de una espada. Nunca le vi en compañía
de otros en la huerta o en la capilla, por lo que nos extrañó…
Yo señores, no sé cómo ocurrió, que, en la mañana del
2 de noviembre del susodicho año, cuando desperté, no encontré la puerta de mi
celda abierta como era la costumbre (pues como ustedes saben todas las noches
nos echan llave y cerrojo) y creyendo que era aún muy temprano, me entregué a profundas
meditaciones.
Después de esperar mucho rato, sentí por fin unos
pasos débiles que provenían del pasillo y que venían a morir justo en la puerta
de mi celda. La puerta, de un suave golpe, quedó abierta; pero cuanta fue mi
sorpresa, cuando pude comprobar que atrás de esta no había nadie…
Entonces fue cuando pensé que quizá la misa primera ya
hubiese empezado, y me hubiese quedado dormido y castigado, pero al ver las
puertas de las celdas de mis compañeros estaban abiertas de par en par, quédeme
pensativo un momento, para después salir corriendo hacia la capilla.
Cuando llegué a esta, no vi a nadie, y entróme un
calor desde la garganta hasta el pecho, cuando oí unos lamentos a media voz que
al parecer provenían de la cocina que estaba al lado de la capilla… Cuando
llegué a la cocina, los quejidos se oían más fuertes dentro de mí, que pensé
que era yo mismo el que los producía. Pero pronto me di cuenta de que el lugar
de procedencia era el sótano y sin poderlo remediar, me vi no sé cómo bajando
sus empinados escalones. Y maldita sea, señores, maldita sea el momento en el
que entré en aquella habitación pues, al entrar, encontré al Padre Prior y a
los demás frailes colgados de los ganchos donde solíamos colgar los cerdos,
jamones y chorizos.
Yo señores, al ver aquel marco infernal y sangriento,
comencé a ver unos seres pequeños, que, apiñados alrededor de los cuerpos
muertos, comían sus carnes. En aquel momento sentí un desmayo pasajero, y pude
ver señores, cómo los seres que antes os había hablado se reunían en uno solo,
de aspecto repugnante.
Mirándome me dijo estas palabras; “Te dejo vivir, para
que proclamaras mi venida al mundo”. Entonces, un fuego comenzó a propagarse
por el sótano…No pude mover músculo alguno, para moverme y salir corriendo, y
cuando pude hacerlo, la misma voz que referí anteriormente, me volvió a decir;
“ve y di que Satán está aquí” …
Lo demás señores ya lo conocéis y quisiera que no se
me volviese a tachar de loco, pues ustedes mismos y el pueblo entero ha sido
testigo de lo que después ocurrió y ya, si me lo permiten vuesas mercedes,
quisiera marcharme, pues espero salir ésta misma tarde hacia Sevilla, porque no
quiero volver más a esta ciudad”.
Hasta aquí el testimonio del fraile, lo que prosigue es el
testimonio del alguacil Torres:
“Yo, Don Alonso Sans de Heredia, alguacil de las
torres doy fe, que la tarde siguiente después de la declaración que dio aquella
mañana este fraile al que acabamos de oír, entramos con otros alguaciles y
otras gentes de la villa y vimos como en el sótano antes mencionado, estaban
ciertamente colgados por los ganchos multitud de frailes y el Prior a quién yo
mismo pude conocer, desangrados y descarnados, dando órdenes de que se bajaran
y se enterrasen.
Como no vimos ni oímos nada de sobrenatural en aquel
convento, mandé también apresar al fraile que nos había contado tantas
fantasías y se consignó como el asesino real de aquella atrocidad.
Pero doy así mismo fe, de que, a las siete de la
tarde, cuando se estaban enterrando los cuerpos en los huertos, fui, con
muchos, testigo de un sobrenatural fenómeno. Este consistió, como todos pudimos
comprobar, en un oscurecimiento del cielo y entre dos columnas de fuego,
apareció un rostro horrible de alimaña, confesándose de aquellos crímenes.
Más tarde, de un fulminante rayo, descendió una blanca
luz, y de esta bajó aquel ser en forma más humana de cómo nos había hablado.
Mandé entonces que absolvieran al fraile y que apresaran aquel ser maligno o lo
que fuese, pero apenas di la orden, todo el mundo salió corriendo, y yo, al
verme solo, no pude sino copiarles del mismo modo.
Doy fe, también, que al siguiente día y tras avisar a
los obispos letrantes de Sevilla, nos presentamos de nuevo en aquel maldito
convento con toda gente voluntaria que pudimos reclutar, portando todos cruces
y Biblias, para echar a ese ser endemoniado de esta santa ciudad.
Cuando llegamos, apareció este horrible ser, en lo
alto del campanario de los curas y mandando derribar la puerta, envié a muchas
gentes y soldados para conseguir echarlo o aniquilarlo con las Biblias y los
Crucifijos.
Muchos hombres llegaron hasta el convento. Cual fue
nuestro asombro cuando nos dimos cuenta que los soldados y demás gente que
enviábamos no llegaban a la torre, si no que los que lo hacían, caían
despedidos como muñecos desde la torre al suelo adonde estábamos, y otros
desaparecían.
Satán se enojó y sonó un fuerte trueno en los cielos,
el viento se abrió su cuerpo, nos hizo rodar por los suelos y cuando nos
pudimos levantar de él, vimos como el ser satánico se abrió el pecho (donde
pudimos ver toda clase de atrocidades y de endemoniadas formas humanas) y dijo:
«Perezca todo y todos» y al momento un temblor de tierra destruyó el convento y
muchos de los que estaban allí perecieron. Al siguiente día, cuando
despertamos, vimos que estábamos allí entre cuerpos muertos, pues pocos quedamos
con vida.
Marchamos como pudimos con nuestros miembros
dislocados y mandamos que aquel lugar fuera sembrado de sal el lugar para
alejar al demonio y desposeer de todo mal aquel lugar sagrado. Después de esto
no volvimos a oír ni ver nada que indicase que aún este ser estuviese con
nosotros”.
Por una bula papal, se ordenó a la ciudad de Carmona que
durante dos años fuesen dadas misas y procesiones, purgando así sus pecados con
indulgencias.
Documento posiblemente falsificado
La autenticidad del documento es cuestionada por la mayoría
de los historiadores, considerándolo una posible invención posterior. Para
descartar su autenticidad se basan en:
1º El documento original no aparece.
2º El obispo de Jerez que firmó el documento no existía en
esa fecha, pues el Obispado de Jerez fue fundado en 1980, perteneciendo hasta
entonces al Obispado de Sevilla.
3º Los Arzobispos de Sevilla de 1680 y posteriores tenían
otros nombres y, en Jerez de los Caballeros, no había Obispado, pertenecía a Badajoz,
cuyo Obispo tampoco tenía ese nombre.
4º En los registros de los cargos de la Iglesia Católica de
Sevilla de todos los años hasta la actualidad, no hay ninguna constancia de Sebastián
Gerez y Monteyo. Tampoco la hay de la existencia del obispado de Jerez de la
Frontera, ni de Jerez de los Caballeros.
5º Tampoco se tiene constancia de la existencia del Alguacil
de Torres en ningún archivo de Carmona.
Como se puede comprobar, no hay constancia histórica ninguna
sobre los hechos. Algo que puede que no se le haya ocurrido a ningún
investigador y que podría aportar luz al asunto, sería investigar esa supuesta
orden papal, que se llevó a cabo en esa época. Si fue una orden del Papa, puede
que quede alguna constancia histórica fuera de los documentos de Sevilla, en
archivos nacionales o internacionales.
Una conveniente confusión
La leyenda creada gracias al supuesto documento histórico,
puso en el punto de mira a nuestra Huerta de San José. Un convento abandonado y
en ruinas… en el que todos los frailes lo abandonaron de la noche a la mañana…
Y, el punto fuerte, con un sótano con ganchos colgados del techo, como en la
leyenda. Para colmo, los dos tenían el mismo nombre.
Es algo completamente normal que todo el mundo los haya
confundido. Pero, a pesar de que aquí no estuvo el demonio, ni hubo una
masacre, parece que algo oscuro se cierne sobre el edificio.
Desde hace ya más de 50 años, este edificio ha atraído a
curiosos e investigadores de lo paranormal. Se han documentado montones de
supuestas apariciones, bajadas bruscas de temperatura, luces extrañas y ruidos
inexplicables.
Equipos de investigación como el de Francisco del Toro o el de José Félix Durán
han registrado fenómenos como esferas luminosas y cantos lejanos.
Yo, como siempre, me voy a lo preocupante… Resulta que también
se han encontrado restos de rituales ocultistas: velas negras, pentagramas,
animales sacrificados y círculos de sal. Y no pienso que sean niñerías. Hablo
de animales como cabras y gallos, usados en rituales satánicos. Un día hasta se
encontraron a una paloma con el cuerpo lleno de alfileres.
Lo siento, pero para mi esto no son niñerías. Solo los
psicópatas hacen esas cosas. Y, por supuesto, todos ellos se encontraron en el
sótano de los ganchos. Crean o no crean en el demonio, al hacer esto a unos
pobres animales, para mí están bastante cerca de él.
Un lugar camaleónico
No he tenido el placer -o la suerte- de haber paseado por
sus estancias por la noche. Pero son muchos los que sí que lo han hecho. La
mayoría coincide en que su presencia tranquila y solitaria se transforma de
noche, en una carga negativa que te oprime el pecho y te hace sentir
continuamente observado.
Personalmente, pienso que los pensamientos y las palabras
tienen mucho poder y que este lugar, puede haberse transformado verdaderamente
en un sitio maldito. Si a eso le añadimos las prácticas rituales con
sacrificios y el deseo de invocar demonios, pues se pueden atraer muchas cosas
al lugar.
Consejos de seguridad
Este es un edificio que está situado en terreno arenoso y no
en asfalto ni en una calle. Su exposición continua a los elementos, el derrumbe
de alguno de sus techos y el expolio continuo de los vándalos que van allí a
pasar el rato, puede estar dejándolo demasiado destrozado.
Este tipo de abandonos, de esos que parecen ruinas antiguas,
de piedra, arcos desnudos o roca ostionera, pueden llegar a dar la impresión de
que tardarán en caerse, pero lo cierto es que se caen igual que cualquiera de
los edificios más modernos.
No os confiéis al pasar bajo sus antiguas bóvedas, ni sus
arcos. No os quedéis mucho tiempo respirando el aire viciado del sótano, donde
se pudrieron los cuerpos de esos pobres animales y, sobre todo, el peor peligro
a evitar. No vayáis jamás solos o en pareja, de noche. Allí suelen ir por la
noche grupos grandes de personas… Puede que, con suerte, sea alguno de los
grupos de investigación paranormal que lo suele frecuentar o puede, que sea un
grupo de gente malintencionada. De esa que mata animales y que podría encontrar
divertido perseguir a una parejita o darles un buen susto.
Un convento abandonado a las afueras de Carmona
Este bonito convento parece ser de alguien. La propiedad es
privada, pero el Ayuntamiento de Carmona desconoce quién es su dueño, por eso
no se puede proteger. Se cae a cachos y lo están destruyendo, tanto física como
espiritualmente.
Han demonizado un lugar, como demonizan muchos. Un lugar que
fue un convento donde muchas personas hicieron su comunión, dieron misas y
profesaron su fe. Una huerta que sería preciosa en su época, ahora es el
escenario de sacrificios de animales e invocaciones al demonio.
Hay algo que vengo viendo y en que, cada vez que hay un
lugar que tiene alguna historia con el demonio o se abandona un lugar
religioso, lo visitan este tipo de personas.
Sé que muchos serán adolescentes rebeldes que, por morbo y
rebeldía, pintarán pentagramas en el suelo o invocarán a “Satán” en la oiuja…
Pero sé que vienen otro tipo de personas que no lo hacen por morbo o rebeldía y
que no son adolescentes. Personas que aprovechan esos lugares para hacer cosas
horribles a animales y no quiero pensar a qué más.
Cuando visitéis algún lugar religioso abandonado, tened en
cuenta que debéis evitar ir de noche, solos o en fechas importantes como
Halloween, Navidad o algunas festividades religiosas. Hay sectas y grupos que
aprovechan esos lugares para hacer sus rituales en esas fechas o en algún
evento astronómico. Suelen ser personas adultas e ir en grupos. Así que tened
mucho cuidado.
Pido que, si vais, cuidéis el edificio y os cuidéis a
vosotros. Seguid mis consejos y espero que os vaya muy bien.
¡Gracias por pasarte a verme!
Al.
Fuentes gracias a las que he podido sacar la información del artículo: